Día de los muertos: Recordando las vidas perdidas en el desierto
Por Deborah Eide
Los restos de 177 personas fueron encontrados en el desierto de Arizona el año pasado y sus familiares quizá nunca sabrán donde murieron sus seres queridos. Ahora, además de la tragedia de los muertos, un sin número de familias no podrá guardar luto a sus familiares debido a la incertidumbre de su ubicación.
En esta temporada muchas familias mexicanas celebran la vida de sus difuntos durante el Día de los Muertos. Dada las impactantes estadísticas del número de muertos en la frontera, este es un tiempo particularmente difícil para las familias latinas cuyos parientes han muerto en la frontera. En lugar de poder recordar a sus muertos reuniéndose en los cementerios, limpiando sus tumbas preparándoles sus alimentos favoritos para invitar a sus espíritus a estar juntos una vez más, las familias de los difuntos quedan sin saber dónde están sus seres queridos.
Cada persona encontrada en el desierto tenía su propia historia y sueños con los EE.UU. Algunas personas estaban en su primera jornada y querían una vida mejor para sus familias. Su muerte en el desierto se dio después de sobrevivir muchas dificultades, pero fueron perseverantes y casi llegaron a su destino. Otras de las personas encontradas en el desierto regresaban a casa después de ser inhumanamente deportados. En muchos de estos casos, Estados unidos era para ellos el único lugar familiar y el lugar en donde viven todos sus familiares.
No Más Muertos (NMM) es una organización en la frontera que intenta proveer información a familias cuyos seres queridos han muerto intentando cruzar la frontera. NMM aumenta la seguridad y recursos para viajeros en el desierto, y ejecuta misiones de búsqueda y rescate en el desierto cuando inmigrantes alertan a los voluntarios de un viajero enfermo o herido.
La política de Arizona no requiere que la migra coopere con organizaciones humanitarias para devolver los restos a las familias, ni que den información sobre la ubicación de personas que han sido deportadas, o que envíen a su equipo de rescate llamado BORSTAR, aun teniendo información sobre personas que se encuentran en situaciones peligrosas. Esta política y prácticas de la migra aumenta el número de muertes y sufrimiento a ambos lados de la frontera.
A pesar de que recientemente hay menos tráfico en la frontera, las muertes van aumentando y la migra no está ayudando mucho para ayudar, al contrario, la migra estropea el agua que NMM deja en el desierto para los migrantes e interfiere con los médicos que proveen ayuda a pacientes como en el caso de José Miguel:
4 de noviembre de 2010. José Miguel, hombre de 54 años, originario de Sinaloa, México. Él vivió por 35 años en Los Ángeles, trabajando en el mercadillo de segunda mano en el centro de la ciudad. Tenía una esposa y cinco hijos con ciudadanía estadounidense. José regresó a Sinaloa para buscar a su mamá enferma. De regreso, fue detenido en el desierto por un agente de la Patrulla Fronteriza, el agente lo metió en el camión de la patrulla y condujo imprudentemente, ocasionando que el vehículo se volcara en un barranco. Dos mujeres que iban con José terminaron heridas y una estaba sangrando por la cabeza. José sufrió una herida seria en la espalda y se desmayó después del accidente. A él lo llevaron al hospital en Douglas donde estuvo dos noches. José se negó a firmar los documentos de deportación. Los agentes le gritaron amenazas y lo mantuvieron por 24 horas sin comida ni agua. Le dijeron que si firmaba los documentos, podría ver al doctor de nuevo y recibir medicamentos para el dolor. Al final, él firmó los documentos. José fue deportado el 29 de octubre con un aparato ortopédico en la espalda y suficiente Oxycodone para una semana. Seguimiento a la entrevista inicial: El 5 de noviembre, a José se le acabó el Oxycodone. Sentía mucho dolor, aún con el aparato ortopédico en la espalda y tenía problemas para caminar. Murió poco después en Nogales.
Cada muerte causa dolor y enojo, pero ninguna causa más dolor que la muerte de gente inmigrante a quienes no se les permite la dignidad de que se les busque en el desierto ni que sean enterrados de manera apropiada junto a su familia. Este es el resultado horrible del fracaso federal. Mientras la gobernadora Brewer guarda luto por la muerte de cuatro Agentes de la Frontera en los últimos dos años, 360 hombres y mujeres han muertos sólo en Arizona intentando reunirse con sus familiares. La frontera es una zona de guerra. La política federal empuja a los Agentes de la Frontera e inmigrantes a situaciones extremadamente difíciles y horrorosas.
Desde el otoño del 2004 hasta el otoño del 2011 murieron 1,403 inmigrantes, según la cuenta oficial, la cual se basa en los restos encontrados en la sección del desierto de Sonora en Arizona. Además se estima que 1,100 personas más murieron intentando cruzar en el resto de la frontera. Éstas fueron personas que se sacrificaron por sus familiares y serán recordados como personas que caminaron en este mundo con pasión y esperanza para sus familias. Esperamos que sus familiares encuentren paz al recordar a todos aquellos que murieron en la frontera.
Para más información sobre No Más Muertes, visite http://www.nomoredeaths.org.
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